Friday, March 16, 2007

UN LLAMADO A LA SUPER-HUMANIDAD


Solamente los gigantes del pensamiento pueden poner al revés al mundo, aquellos seres humanos que desmoronan la “realidad impuesta” para superar su misma condición humana, se elevan en el violento y hostil Pluri-universo con la grandeza de su espíritu por encima de todo límite, transgrediéndolo todo. Estos seres humanos, que por su naturaleza heroica y divina dialogan con las Fuerzas de los Elementos, Dioses y Diosas, orientan a la extraviada humanidad en este infinito y eterno espacio-tiempo…son tan temerarios y guerreros que muchos terminan temiéndoles u odiándoles. Su honestidad es una amenaza a la sociedad instaurada con Hipocresía y Falsedad, pues al mostrarse verdaderos y honestos, los hipócritas del poder mundano se asustan de que alguien “despierto” empiece a “despertar” a los demás, y así terminan encerrados en clínicas psiquiátricas o cárceles, perseguidos o exiliados, “suicidados por la sociedad”, todo por un Amor a la Sabiduría y a la sensata búsqueda filosófica de la Mujer-Verdad. Se entregan hasta el final en esa búsqueda, aunque su espíritu se corroe por el dolor de ver que la mentira y la falsedad mandan en esta insana sociedad. Aunque los nauseabundos juicios de la hipocresía humana lo azoten en el fondo de su ser, ese mismo dolor lo convierte en conocimiento por el placer de saber y conocer. Dar la vida por la libertad y la sinceridad es deleitarse como águilas solitarias volando sobre los abismos y arrecifes, pues ser un espíritu libre implica enfrentarse al peligro de la oscuridad de aquellos hipócritas que se creen dueños de la “verdad”, de allí su Templanza y su Voluntad Libre Guerrera creando una propia “verdad” y una propia “moral”, para iluminarse con una super-conciencia en la caverna de la inconciencia, y así realizar como dioses la Gran Obra de unir lo luminoso y lo oscuro, el abismo y el espiral, el ser y la nada, lo infinito y lo eterno…estos pensadores esquivan las saetas que de todas partes son arrojadas y se protegen con una “espada de oro” y un “escudo de plata”. Solo pocos son los audaces, astutos, atrevidos que dan su propia carne espiritual para pensar en esos misterios que dejan al minúsculo micro-cosmos llamado humano atónito, perplejo y abismado. Pocos son los que cuestionan al Orden Cósmico ya que todos creen tener la “verdad”, sin saber que es la Incertidumbre, el Misterio, la Admiración por lo Maravilloso, el pensar en lo infinito y en lo eterno, lo que nos acerca al reino de los dioses y a la certidumbre de ser…

Entre estos gigantes del pensamiento está uno de los más sensatos filósofos de la decadente y podrida civilización occidental, Friederich Nietzsche, quien ha sido capaz de desenmascarar las horribles farsas de la hipocresía moral humana con mucha valentía, rigor, fuerza y voluntad de poder. El es el anti-cristo, el anti-héroe, el genio-maldito, el santo-endemoniado, el poeta-filósofo, el guerrero-dionisiaco, supo testificar contra todo el inmenso engaño institucional y moral de los paradigmas que sostienen a la enferma civilización occidental que está a un punto de derrumbarse. Percibió el síntoma de la decadencia, en el libro escrito en la clínica psiquiátrica “mi hermana y Yo” profetiza la hecatombe, el temblor de la guerra universal, la caída estrepitosa hacia la nada, pero al mismo tiempo anuncia el mediodía del hombre-dios y de la mujer-diosa, del super-hombre y de la super-mujer.

Muchos jueces “fariseos-talmudistas” de la hipocresía racionalista-moral de occidente fueron abatidos a martillazos filosóficos por este gigante del pensamiento. Destruyó valores caducos que huelen a viejo, liberó al pensamiento de la farsa racionalista y esclavista, Nietzsche no solamente intuyó y vio el cadáver del dios judeo-cristiano que representa lo más débil y gregario, también encontró la semilla de un nuevo Amanecer para la humanidad, el nacimiento de una nueva humanidad que se reconozca como dioses en el Infinito, como un retorno a la edad de oro, donde la Tierra, la naturaleza y el cosmos armonizaban y sincronizaban juntos con los seres humanos, donde se buscaba solo la perfección en el individuo y su comunidad, sin Estados ni gobiernos, con auto-determinación y auto-cracia, viviendo para el arte, el amor y la creación como dioses, donde se respiraba la más pura libertad, donde el respeto y la tolerancia por la libertad de otro era el deber más grande, haciendo realidad la Utopía. Podemos decir que la humanidad sí ha vivido momentos de utopía, así como también ahora vive momentos de decadencia, ciclos que se repiten eternamente como la serpiente mordiéndose la cola, la Oroborus del eterno retorno.

El Zaratustra nietzscheano grita con exaltación en su alma por el advenimiento de la super-humanidad, el amanecer de ese hombre ideal, mitad genio, mitad santo, héroe guerrero del conocimiento, artista-dios. Viviendo la sabiduría en cada segundo de la existencia, regocijándose hasta el éxtasis por la maravilla de existir en un Pluri-universo lleno de misterios, pero también sintiendo la poderosa fuerza de la tristeza y la melancolía en las horas Saturnales cuando la madre oscuridad hace el llamado a sus hijos de luz, para nuevamente elevarse en los éxtasis del placer de pensar y de ser. El Nietzsche dionisiaco sentía que la Tragedia es tan sublime como la Comedia y que la Vida en sí es una tragi-comedia en donde el héroe es el super-hombre que ha vencido al dolor y al placer, más allá de las lágrimas y las carcajadas, que se eleva por encima del bien y del mal, más allá de toda dualidad, en el éxtasis mesiánico de sentir la totalidad de la Nada, lo infinito y lo eterno, SENTIR lo que los budistas llaman Nirvana.

Nietzsche no mató a Dios, lo encontró muerto en la sociedad de la hipocresía occidental, nos abrió los ojos y nos hizo dar cuenta que Dios es una nefasta idea de algunos poderosos que han hecho del ser humano un ser servil, borrego, hipócrita, gregario, útil, un esclavo…su pensamiento oscila entre la decadencia del nihilismo actual provocado por las nefastas filosofías occidentales en el crepúsculo de todos los ídolos, y la creación de nuevos valores y formas de ser, en el nuevo amanecer. En su obra, él mismo se describe como otro síntoma de la brutal caída de la civilización occidental, percibía la enfermedad social en el dominio del judeo-cristianismo y en el dominio de la ciencia racional-positiva con su nefasta revolución industrial-burguesa-liberal, que ha diseñado un sistema putrefacto y decadente llamado capitalismo. La caída se expresa también en la hipocresía humanista y en los valores pragmáticos de los dueños de la moral y de la verdad, pues bien decía que “la moral de los esclavos es una moral de la utilidad”. Atacó profundamente al nefasto catolicismo y a sus instituciones perversas y demoníacas como la Iglesia Católica, su voluntad de poder dinamitó las edificaciones ideológicas de la hipocresía social de occidente, hizo un llamado a la subversión física y metafísica para la emancipación y liberación, pues su pensamiento es un peligro para el “establishment”, un rompimiento, un colapso social que es inminente.

El espíritu filosófico y la intuición lo hicieron proyectar su visión hacia un presente de devastación, antesala a un nuevo tiempo donde lo superfluo y demasiado humano sean extirpados de la Tierra, así decía Zaratustra: “Abundan en la tierra los superfluos, la vida está echada a perder por tanta humanidad superflua, ¡que prediquen el aborrecimiento de la vida y que se vayan ¡”. También decía que los superfluos no han sufrido lo suficiente: “Para mí todavía no sufrís bastante, porque sufrís por vosotros, todavía no habéis sufrido por el hombre”, el sufrimiento por el hombre caído es la fuerza que impulsa su anhelo hacia el super-hombre. Sufre pero al mismo tiempo idealiza una super-humanidad. “Debes ser un águila si quieres cernerte sobre los abismos”. La humanidad-diosa sabrá enfrentar el duro carácter de la existencia, la enfermedad, las pestes, los genocidios, las catástrofes, y estar alerta contra el golpe del pluri-universo. Un ser humano total es aquel que sabe llevar a la muerte en sus espaldas, quien se ha hermanado con la muerte por que se ha hermanado con la vida, sabe que vivir es aprender a morir, y que morir es volver a vivir, sabe que es un espectro de luz en la oscuridad infinita y que la vida y la muerte, la luz y la sombra son una sola fuerza, una sola energía. La nueva estirpe humana ha de vivir en carne propia el duro carácter de la existencia por su amor a la vida, ha de “cernerce sobre el abismo” para volver a sentir los rayos de la aurora, como águila y gallo, animales que simbolizan que “la hora más oscura es la que precede al amanecer”… volver a sentir los cielos celestes en la Tierra, deificar la Tierra, defender la Tierra, “permanecer fiel a la Tierra, hacer descender el Cielo a la Tierra y volver al Paraíso en la Tierra. El acto o la conducta moral son soberanos cuando son motivados por un instinto fuerte, sano y libre, en armonía con la Tierra, sin trabas hipócritas de la moral utilitaria que destruye la naturaleza, pues no hay bien ni mal, solo una estrella que somos nosotros mismos y que brilla alegre de Libertad (la libertad del otro fortalece mi propia libertad, hacer lo que quieras es toda la ley pero respetando la voluntad de los otros). En el fondo de nosotros vive la divinidad y la super-humanidad, despertemos entonces del largo letargo de milenios de oscuridad e ignorancia y volvamos a nuestro estado original de super-dioses…

Y ahora, cuando los polos están derritiéndose y el nivel del mar aumenta pronosticando catástrofes, cuando la tensión general enferma la psiquis colectiva en una insana sociedad materialista y egoísta, gracias a los medios tecnológicos de masificación e idiotización, cuando vivimos a un paso de una guerra mundial nuclear y bio-química, cuando estamos en plena brutal decadencia etc. ¿qué clase de Mediodía nos espera en el futuro? ¿Hasta cuando viviremos en la Edad Oscura (Kali-Yuga) de ansiedad, desesperación, angustia y terror? ¿Acaso unos 200.000 años más?

El mundo, actualmente, es una masa informe sin coherencia alguna, absurda, desorientada, y la filosofía nihilista de Nietzsche no puede ser un fármaco que apacigüe y cure nuestra pandemia de genocidio espiritual, es un grito al cielo y un meta-sentido que solo aquellos que monten el dragón en el espiral del eterno retorno sentirán la heroica trascendencia de esta mundana existencia hacia el Poder de Crear y liberarse, la Super-Voluntad, la Fortaleza, la Salud, la Superación, la Realización y la LIBERACIÓN