Friday, September 25, 2009

SE LLAMA EL MAL...



Reflexionar sobre el MAL es una tarea para los pocos que se enfrentan a sí mismos. En torbellinos del espíritu y laberintos ontológicos, todavía no entendemos el significado del MAL y su razón de ser. El MAL no solo está inmerso en la moral humana (en actos humanos), el MAL está también en los terremotos, tsunamis, huracanes, colapsos cósmicos, en los malos vientos (mal aire), en las singularidades de los huecos negros… el Mal está en los mismos pensamientos, y me atrevo a preguntar ¿reflexionar sobre el MAL no es el MAL en sí? Sin embargo, si el humano no hace consciente el MAL, este no existiera. Desde los actos inmundos hasta los agujeros negros: ¿Qué es el MAL?



No vamos a repetir aquí lo que se ha dicho en miles de libros sobre la dualidad Bien-Mal, porque más allá de esta polaridad, el asesino de niños no tiene la misma calidad ética-estética que aquel que ama y hace reír a los niños. El Mal, propiamente humano, empieza desde el acto moral y llega hasta los abismos abstractos de las sombras humanas y del pensamiento. La alegoría simbólica que llaman “diablo” (rey del mal, príncipe de las tinieblas) no es más que una representación de todas las inmundicias morales cometidas por los seres humanos desde la noche de los tiempos. Pero ¿fuera de lo humano, existe el mal? ¿es acaso el humano el puente al mal? Sin humanidad no hay maldad, porque el león que asesina a su presa para alimentarse no tiene nada de “maldito”, lo malo está en el juicio humano. Pero cuando ocurren cataclismos naturales, terremotos planetarios y glaciaciones ¿podemos llamar a esto “maldad”? Captemos con la intuición las gradaciones o grados de “maldad”.



1)El Mal más cercano está en los actos humanos.- “Malo” llamamos a todo acto cuyas consecuencias desatan eventos nefastos no solamente para los otros, sino para uno mismo. Y lo que hace daño a uno mismo es lo que llamamos maldad. Provocar un daño sobre los otros tiene un efecto contraproducente sobre la vida de aquel que comete la “maldad”• Al brujo asesino de niños no le importa las consecuencias nefastas sobre sí mismo, está sometido a la concatenación natural acción-reacción, su acto tiene sus raíces y consecuencias en el eterno fluir del devenir. El acto humano no está separado de todas las cosas, cada acto está enredado en la inmensa red de todos los acontecimientos, cada decisión individual es un producto del mundo que rodea al individuo. Así, el acto malvado es en sí un engendro de la sociedad en un sistema social judaizado y maldecido: matar, violar, saquear, mentir, robar, injuriar, corromper, calumniar, traicionar son actos sociales propios de la estructura y de la comunidad humana. Aunque el mal moral es demasiado humano para darle explicaciones metafísicas, una humanidad enferma ontológicamente solo engendra enfermedad. Un espíritu colectivo apestado solo emana más pestilencia. Si la sociedad judaizada está corrompida hasta la médula, el único responsable es la humanidad esclava de un modelo putrefacto de vida. El delincuente, así como el brujo asesino de niños, son obra de todo el sistema. La degradación espiritual-moral de la especie solo crea monstruos morales, la estructura social es fábrica de inmundicia. El mal moral es una condición humana (“demasiado humana”), síntoma de la brutal decadencia de nuestros tiempos de infamia absoluta. Si el “diablo judío” reina en el mundo es porque la humanidad toda se ha entregado a la enfermedad del espíritu, el diablo es la sombra, lo que más se odia de uno mismo, es la parte más abominable del ser humano. Las sombras reinan en el mundo porque la humanidad está poseída por su propia inmundicia: la gran abyección. Reinan el odio, la indignidad, la traición, la mentira, la mezquindad, el oprobio, la usura, la corrupción, la envidia, la hipocresía, la inmundicia, porque la humanidad está en agonía, batallando entre la vida y la muerte, en la era más oscura de todas las eras, el Mal ha poseído a las almas perdidas de las sociedades apestadas del mundo moderno: es la Hecatombe Moral.



2)El mal ontológico y el judaísmo.- La suma de todas las abominaciones morales ha tomado forma de arquetipo en el pueblo hebreo y estos han puesto 666 nombres a sus distintos “demonios-dioses” (yave, satan, lucifer, samael, gabriel, miguel, supay, etc…) para que la podredumbre colectiva sea elevada a categoría de religión. Seres humanos son poseídos por entidades no conceptuales a través de la vibración nefasta de su ADN con magia negra y conocimiento para hacer daño. El arquetipo de la abominación se ha plasmado y ha cobrado vida propia, reinan las calaveras y los huesos, reina Israel en el mundo por la magnánima decadencia espiritual de una humanidad en agonía. La mente colectiva se ve infectada por los ritos judeo-satánicos reales que existen en las logias de la inmundicia, asesinato en masa, asesinato de niños en rituales de sangre, violaciones, torturas, alimentan a las entidades arquetípicas psíquicas que simbolizan a la suma de todas las abominaciones, el diablo. Cuando el Mal de grado moral toma forma en el mundo del espíritu entramos en el grado metafísico del mal. La alegoría judía de la maldad se vuelve una infección ontológica en la estructura social toda. El mal deja de ser un problema ético para convertirse en un problema metafísico, una guerra metafísica. El ser del hombre es un puente a la maldad, pero conducidos por los engendros de Judá hacia las más espesas Tinieblas del alma para arruinar y devastar al espíritu colectivo (de allí el nivel burdo de materialismo y podredumbre moral de la sociedad judaizada). Los “adoradores de la muerte” invocan al mal ontológico para desatar el infierno en la realidad y en consecuencia, la podredumbre del espíritu se convierte en la nutrición del mal ontológico provocado por la nefasta brujería judía y todo su sistema de control y dominio del mundo. Por ello mientras más Mal moral se engendre en la sociedad, más fuerte será el mal ontológico y el dominio absoluto del Sanedrín Satánico de Sión será total. El “diablo” como alegoría del mal ontológico no es ningún ángel rebelde, ni tampoco un rey del mundo, ni siquiera es un revolucionario, el diablo es humano, y es un judío. El hombre más ladino, hipócrita, traidor,…el último hombre.



Ni el suicidio colectivo ni el asesinato en masa son explicables sino es a través del mal ontológico del plan transhistórico por el dominio del mundo, por parte de los verdaderos hijos del MAL, los judíos. El héroe de sangre reconoce que la LUCHA está contra estos demonios externos, pero también con los internos, porque también vencerse a sí mismo es vencer el Mal. La lucha es en la vida real, en la calle, en la selva, contra toda la infamia judía que domina el mundo, pero también en el interior de cada uno. El espíritu libre, puro e inocente, es una amenaza a toda la estructura putrefacta de la sociedad actual -en el Fluir del Devenir aquel que es íntegro, merecedor de HONOR Y GLORIA, aquel que es digno, leal, fiel a sí mismo y a la TIERRA, aquel que es digno de VICTORIA, ese está por encima de la inmundicia y sabe que cuando la enfermedad sea curada, cuando la pesadilla termine, se tomará conciencia de que no hay bien ni mal, que el Cielo y el paraíso están aquí en la TIERRA, porque el infinito está en todas partes y porque somos infinita posibilidad, más allá del mal, en estado de éxtasis perpetuo…